Europa retirará los insecticidas clorpirifós y clorpirifós metil por dañar el desarrollo del cerebro infantil. A pesar de su elevada toxicidad, han sido ampliamente utilizados durante años

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El pasado 6 de diciembre, en la reunión del Comité Permanente de Plantas, Animales, Alimentos y Piensos (Comité PAFF), los representantes de los Estados miembros votaron que no renovarían las autorizaciones de estas sustancias peligrosas. En la votación de ambas sustancias se alcanzó una mayoría cualificada.

Esto implica que, una vez que se hayan adoptado formalmente los Reglamentos adoptados (previstos para enero de 2020), los Estados miembros deben retirar todas las autorizaciones de los productos fitosanitarios que contengan las sustancias activas.

Es posible que los países concedan un breve período de gracia para el almacenamiento final, la eliminación y el uso. Pero en un máximo en 3 meses, todos productos fitosanitarios con clorpirifós y clorpirifós metilo dejarán de comercializarse y usarse en la UE.

Daños al cerebro infantil

El clorpirifós es uno de los plaguicidas más utilizados en Europa y sus residuos están a menudo presentes en frutas, verduras, cereales y productos lácteos, así como en el agua potable.

La exposición al clorpirifós, incluso en pequeñas dosis, es peligrosa especialmente para niñas y niños, cuyos cerebros aún están en desarrollo. La exposición a estos insecticidas se ha relacionado con trastornos del desarrollo neurológico en niños como la pérdida de memoria en el trabajo, el TDAH, la disminución del coeficiente intelectual o el aumento del riesgo de autismo.

Muchos estudios científicos señalan al clorpirifós como un disruptor endocrino (EDC) y se ha asociado con trastornos metabólicos, cánceres de mama y de pulmón e infertilidad masculina. Se ha demostrado que la exposición al clorpirifós causa daños al ADN.

Para saber más sobre los estudios científicos os animamos a leer ficha informativa sobre el clorpirifós

Aunque menos documentado, el tóxico clorpirifós-metilo tiene una estructura muy similar a la del clorpirifós y, al igual que su hermano, tiene potencial para dañar el ADN. Además, ambas formas de clorpirifós comparten la misma evidencia epidemiológica de toxicidad para el neurodesarrollo.

Situación en el Estado español

En España, el clorpirifós es el insecticida más utilizado. En 2015, fue el plaguicida más frecuentemente detectado en los alimentos españoles. La Administración española detectó residuos de este insecticida en 117 muestras de 20 alimentos diferentes, lo que supone el 9% de todas las muestras de frutas y verduras (ver la tabla inferior).

La presión social y la abrumadora evidencia científica contra el clorpirifós y su hermano clorpirifós metilo han conseguido que el gobierno español, en la votación del 6 de diciembre, cambiara su tradicional apoyo al pesticida por una abstención que propició la no renovación del tóxico. Otros estados que se abstuvieron fueron Bulgaria, Chequia, Italia, Chipre y Eslovaquia.

No obstante, se ha echado de menos un cambio más drástico en la posición de España, por ejemplo, que se posicionase con aquellos países como Francia, Alemania, Suecia o Dinamarca que votaron a favor de no renovar la autorización de estos dos tóxicos.