TINDAYA NO SE TOCA

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La Montaña de Tindaya, en la isla de Fuerteventura, es una joya medioambiental y arqueológica de 400 metros de altitud. Nunca podré olvidar lo que siento cada vez que subo a la cima para visitar el yacimiento rupestre. Es un lugar especial, créanme, de ahí que esté reconocida como Bien de Interés Cultural y como Monumento Natural.

Por eso no puedo entender por qué el Gobierno de Canarias quiere vaciarla por dentro, destrozarla, en definitiva, para ejecutar en su interior el proyecto escultórico de enormes dimensiones diseñado por Eduardo Chillida. El Gobierno lleva varios años vendiéndonos el proyecto como una gran atracción turística y como una oportunidad económica para Fuerteventura.

Lo que no nos cuenta es que pone en peligro toda la montaña: su estructura interior y exterior, sus importantes yacimientos arqueológicos (entre ellos los 312 grabados con forma de pie humano), y el propio carácter simbólico que tiene para los habitantes de la isla.

Ecologistas, científicos y arqueólogos de toda España llevamos años luchando contra este proyecto. Necesitamos demostrarle a sus impulsores que somos miles las personas que no queremos que se cometa un nuevo atentado contra nuestro patrimonio natural y arqueológico.

No podemos permitir que el Gobierno de Canarias siga adelante con el proyecto escultórico de Chillida, que pone en serio peligro la conservación de Tindaya. No queremos que la delimitación de la Zona Arqueológica de Tindaya se limite a la cumbre, quedando desprotegidas las cotas inferiores y la base de la montaña, cuyo uso sería compatible con el proyecto de Chillida.

Toda la Montaña de Tindaya, y no sólo la cumbre, ya es un valor patrimonial por su riqueza natural, arqueológica y etnográfica. ¡Tindaya no se toca!