DECENAS DE AVES MUEREN EN UNA INSTALACIÓN DEL CONSEJO INSULAR DE AGUAS ANTE LA PASIVIDAD DEL CABILDO DE GRAN CANARIA

in Blog
Visto: 30691

Los tensores de una torre anemométrica, instalada por el Consejo Insular de Aguas junto a la desaladora de La Aldea de San Nicolás, causan la muerte de decenas de aves en pocos meses.

La infraestructura, ubicada en la desembocadura del Barranco de La Aldea, próxima al humedal de La Marciega y en medio de las Zonas de Especial Protección para Las Aves Tamadaba y Espacio marino de Mogán-La Aldea, ha provocado la muerte por colisión de más de medio centenar de aves, afectando a especies protegidas.

Ejemplares de pardela cenicienta, halcón de Berbería o garceta común han sido recuperados en el entorno de la torre anemométrica, de unos 70 m de altura y con más de una veintena de tensores de acero.

Desde el primer momento se comunicó el problema al Servicio de Medio Ambiente, Consejo Insular de Aguas y Presidencia que, tras varios meses, decidieron realizar un seguimiento a la instalación. Sin embargo, en ningún momento se ha cumplido con el protocolo acordado y, tras casi dos años, apenas existen datos oficiales.

Una eternidad para la colocación de disuasores.

Ante la negativa de retirar la torre de un espacio de máxima importancia y sensibilidad para la avifauna, una de las primeras medidas propuestas para minimizar el problema fue la señalización de los cables mediantes disuasores. Su instalación tardó casi dos años y no se emplearon los dispositivos recomendados, por lo que muchos de ellos se han deslizado perdiendo toda efectividad.

Los disuasores no impiden la colisión de especies de hábitos nocturnos, prueba de ello es la aparición de la primera pardela cenicienta de la temporada bajo los mismos hace menos de una semana, y esto antes de que haya llegado el periodo de aleteo de los pollos, mucho más vulnerables.

Barra libre.

Las torres anemométricas son instrumentos empleados para el estudio de las condiciones de viento previo a la instalación de un aerogenerador.

En estos momentos hay más de una treintena repartidas por toda la isla, muchas de ellas en lugares frágiles y de importancia para aves y quirópteros. No requieren de evaluación de impacto y no se realiza seguimiento alguno del posible daño que pueden generar.