BEN MAGEC EXIGE MEDIDAS PARA LA DESTURISTIFICACIÓN DE CANARIAS

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- Frente a la actual crisis ecológica y social, las ecologistas exigen medidas encaminadas hacía la desturificación del archipiélago y el decrecimiento de la actividad turística.

- Con motivo del Día de La Tierra, cientos de personas se manifiesta en la capital grancanaria, bajo el lema “Canarias tiene un Límite”, para exigir la Moratoria Turística y la Ecotasa en Canarias.

- Ben Magec-Ecologistas en Acción critica las políticas irresponsables de las diferentes administraciones canarias apostando por el crecimiento turístico en el actual contexto de crisis ecológico y social.

El monocultivo del turismo implantado en Canarias, lejos de traer riqueza y bienestar para el conjunto de la población, es una actividad económica que concentra la riqueza cada vez en menos y más opulentas manos, a la vez que perpetúa las elevadas cifras de exclusión social, pobreza y vulnerabilidad que siempre han caracterizado a las Islas y que son la otra cara de la misma moneda. La “industria sin chimeneas” ha crecido en Canarias a expensas de la depredación y mercantilización de nuestro territorio y de la expulsión de la población del disfrute de determinados espacios de socialización.

Nos encontramos en la actualidad en una contradicción por la que, si el turismo crece y mejoran mínimamente las cifras de empleo, precario y de baja cualificación, empeoran brutalmente nuestros indicadores ambientales y nuestra calidad de vida como habitantes de estas islas, cada vez más saturadas. El crecimiento exponencial y sin medida de la llegada de turistas a Canarias está tensionando la convivencia dentro y fuera de los núcleos tradicionalmente turísticos, agravando la desigualdad y los problemas de acceso a derechos fundamentales, lo que demuestra que hemos sobrepasado ya el cénit de nuestra capacidad de carga y acogida.

La creciente turistificación de nuestro territorio está abarcando ya zonas urbanas y rurales y la gentrificación que genera dicha actividad está imposibilitando el acceso a la vivienda para una gran cantidad de personas con sueldos y vidas precarias. La subida del precio de los alquileres y el alcance internacional que están teniendo las operaciones inmobiliarias, están poniendo nuestros inmuebles en manos de fondos de inversión y de población extranjera de alto poder adquisitivo. La explotación de las viviendas para alquiler vacacional las detrae de la oferta residencial y expulsa a la población con arraigo de sus pueblos y barrios.

Las mismas administraciones y representantes públicos que han determinado que en los suelos categorizados como turísticos no se permita el uso residencial, dicen no poder regular la oferta de vivienda turística en zona urbana o la venta de inmuebles, pues esto vulneraría las sacrosantas leyes del libre mercado, la propiedad o la libre circulación de personas, que sólo es libre y sagrada en función del nivel de renta. Sobre los suelos que aún no están construidos, independientemente de su calidad ambiental o de su peso simbólico para el ideario colectivo, pesa la amenaza de la creación de hoteles, villas de lujo o campos de golf, muchas veces avalados por la declaración de “Interés Insular”, subterfugio que con la aprobación de la ley del suelo permite disfrazar proyectos dirigidos al lucro privado de inversiones buenas para el conjunto de la ciudadanía.

Hace décadas que el movimiento ecologista canario viene denunciando el expolio de nuestros espacios naturales para ponerlos al servicio de la industria turística. La creciente y masiva llegada de turistas está copando hasta el hartazgo todos nuestros recursos naturales, infraestructuras y servicios. Nuestros ecosistemas y espacios de interés ecológico y paisajístico se están convirtiendo en lugares no solo más amenazados desde el punto de vista ambiental, sino también en los que ya no es agradable estar. Y nos quedamos sin nuestros refugios y también sin nuestros símbolos, que se convierten en productos estándar de consumo masivo.

Las ecologistas señalan a la actividad turística, vinculada al sector de la construcción, como la causa fundamental de buena parte de los problemas ambientales que este archipiélago padece y de las emisiones de gases de efecto invernadero atribuidas a Canarias, asociadas al transporte y demanda de energía. El metabolismo de la actividad turística en Canarias es altamente intensivo en el requerimiento de grandes cantidades de materiales y energía que no disponemos, y a su vez genera ingentes cantidades de residuos y contaminantes que nuestro territorio es incapaz de asimilar. La huella ecológica de Canarias es un territorio 27 veces superior, lo que quiere decir que necesitamos un territorio 27 veces mayor para satisfacer todas las demandas del modelo económico y consumo del archipiélago. Lo que lo convierte en un modelo totalmente insostenible y cortoplacista abocado al colapso.

La organización ecologista exige que, desde las instituciones públicas, se tomen las medidas necesarias para paliar la gentrificación que sus políticas neoliberales han favorecido, para caminar hacia un modelo fiscal más redistributivo, que reparta la riqueza, que no privatice los beneficios mientras se socializan las pérdidas, que apueste por la desturistificación y que implante también una ecotasa finalista dirigida a mitigar los impactos ambientales que esta actividad produce. Pero sobre todo, que recupere la moratoria turística y que en la situación de emergencia climática y de colapso de nuestros hábitats naturales no permita consumir ni un centímetro más de suelo para ponerlo al servicio de la industria turística y de otros fines especulativos.

Exigimos a la clase política que dejen de plegarse ante los intereses de los grandes empresarios de la industria turística y que tome medidas contundentes que establezca límites y regule la actividad turística y a su vez ponga al servicio de las mayorías sociales el beneficio que genera. Ha llegado el momento de las apuestas decididas por el decrecimiento turístico y por reestructurar nuestra economía, desde la justicia social y ambiental, poniendo la vida en el centro, garantizando el bienestar de las generaciones venideras en un contexto de alarmante emergencia climática.