LAS RELACIONES ENTRE BIODIVERSIDAD Y CAMBIO CLIMÁTICO EN 2020

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Este informe forma parte del proyecto De Kunming a Glasgow, un año fundamental para el planeta, que cuenta con el apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico a través de la Fundación Biodiversidad.

Si bien la crisis climática y la crisis de biodiversidad convergen y se retroalimentan y, de hecho, forman parte de una crisis ambiental global, los marcos jurídicos y políticos internacionales no siempre han tenido en cuenta estas interrelaciones. En este marco, el presente informe nace con el objetivo de estudiar las líneas de trabajo conjuntas abiertas en los últimos años entre las COP de cambio climático y de biodiversidad, con vistas a la mejor integración de estas líneas de trabajo en las cumbres pospuestas a 2021 y más allá.

El 2020 se plantaba como un punto de inflexión en el ámbito de la gobernanza mundial de la diversidad biológica, así como de la crisis climática, en el que se debía definir un marco de acción acorde a la gravedad de la situación. Este reto exige de entrada asumir que los incumplimientos acumulados no son meros retrasos, sino los fracasos de unos marcos de acción basados principalmente en soluciones parciales, sectoriales, economicistas y absolutamente huérfanos de un andamiaje institucional y jurídico capaz de incidir en las causas históricas y estructurales de la crisis ambiental.

 

«Theory of change» es el título del apartado del borrador cero del marco de acción post-2020, con el que se ha querido recoger los llamados de la comunidad científica y otros actores hacia un marco de acción transformador que incida en las causas de raíz de la pérdida de biodiversidad. Sin embargo, el planteamiento de las metas y objetivos que se recogen en este documento no parece desmarcarse mucho de los marcos precedentes. Paralelamente, en el marco de gobernanza de las cuestiones climáticas, programas como REDD + permanecen intocables.

Parece que en el escenario post Kunming seguirá reinando el continuismo. Un argumento que, de forma preocupante, se viene imponiendo en los últimos tiempos para justificar el continuismo es el de la emergencia: la urgencia reclama pragmatismo posibilista. Otra cuestión es si desde las instituciones de gobernanza mundial de la biodiversidad o las de cambio climático por sí solas se puede promover un marco transformador que incida en unas causas enraizadas en las estructuras del sistema económico mundial. Seguramente una propuesta transformadora no puede provenir exclusivamente de estas esferas, debe ser transversal, pero desde estos ámbitos regulatorios se debe apostar firmemente por el autorreforzamiento de los marcos normativos a través de compromisos sólidos y vinculantes.

En cualquier caso, no debe desdeñarse el potencial de algunas de las propuestas del CDB actualmente sobre la mesa, como los enfoques basados en los ecosistemas, enfoques integrados en los que se aborda conjuntamente la crisis climática y la pérdida de biodiversidad, dos fenómenos profundamente interconectados, que se retroalimentan y que comparten un mismo origen: el sistema capitalista globalizado, depredador y multiplicador de injusticias socioambientales.

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