SE PIDE AL CABILDO DE GRAN CANARIA QUE RETIRE LA ILUMINACIÓN DEL ACANTILADO DE LA LAJA POR SU IMPACTO AMBIENTAL

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SEO/BirdLife y la Asociación para la Conservación de la Biodiversidad Canaria (ACBC) han solicitado por escrito a la consejera de Política Territorial y Paisaje, Inés Miranda, que retire la iluminación instalada al completo en el acantilado de La Laja, en la entrada sur de Las Palmas de Gran Canaria, y se proceda a devolver el espacio a un estado de conservación satisfactorio.

El cabildo insular inauguró el pasado 27 de julio esta polémica instalación que cuenta con la oposición de otras organizaciones, como el Grupo de Ornitología e Historia Natural de las Islas Canarias (GOHNIC). Otras organizaciones, como La Vinca Ecologistas en Acción, Oeste Aldeano, Oeste Sostenible, Paleocanarias, Vientos del Noreste, se han unido a esta llamada de atención.

La intervención se inscribe en una iniciativa más amplia de recuperación del entorno. El organismo ha indicado que el objetivo de las obras es el embellecimiento y mejora de esta zona. Las organizaciones ecologistas entienden que este proyecto no satisface ninguna necesidad real de la ciudadanía y, además, supone incrementar la contaminación lumínica sin justificación alguna.

Un proyecto innecesario y sin consultar a la ciudadanía

El proyecto de iluminación de La Laja no está previsto por ninguno de los instrumentos de ordenación de aplicación en la zona de intervención. El propio informe de viabilidad ambiental del proyecto indica que se verán afectadas dos Zonas de Interés Medioambiental (ZIM), ambas con grado de protección integral. Este mismo informe incurre en errores de bulto a la hora de valorar el impacto que este proyecto tendría sobre la avifauna, subestimando las perturbaciones que realmente se producirían y llegando, incluso, a confundir especies.

Es importante destacar que el proyecto no aporta ningún estudio que avale y mida la mejora de percepción que aportaría la iluminación de la zona, y tampoco se ha aplicado procedimiento alguno de participación ciudadana para sondear si la acción supone una mejora suficiente en términos de embellecimiento como para aceptar los niveles de contaminación lumínica que lleva aparejados. A juicio de SEO/BirdLife, ACBC y GOHNIC, dado que supone una afectación en una zona que goza de protección y ante el hecho de que la potente iluminación incida de manera reseñable en la morfología de la ciudad, la ciudadanía, bien de forma directa o a través de los órganos de representación democrática, debería haber sido consultada de forma informada, esto es, exponiendo los riesgos para la biodiversidad y de otro tipo que el proyecto pueda acarrear.

Según Yarci Acosta, delegado de SEO/BirdLife en Canarias, “el proyecto transmite la idea errónea de que existe una vinculación entre iluminación nocturna y desarrollo socioeconómico o progreso. Debemos romper con esa manera de pensar”. Por su parte, para Pedro Sosa, catedrático de botánica de la ULPGC y presidente de la ACBC, “es importante destacar que este proyecto no es necesario ni viene a resolver ningún problema de gestión; al contrario, va a suponer que contemos con espacios más contaminados lumínicamente, lo cual es un problema añadido”.

Impactos de la contaminación lumínica

La contaminación lumínica consiste en la modificación humana de los niveles naturales de luz y supone una amenaza grave y emergente, de carácter global, que afecta a los ecosistemas y sus especies, así como a los seres humanos. Los organismos, incluidos los seres humanos, han evolucionado en ambientes naturales, bajo la influencia de los ciclos diurnos y nocturnos. Aproximadamente, el 30% de los vertebrados son nocturnos y más del 60% de los invertebrados también lo son. La alteración artificial de los niveles de luz perturba sus ciclos vitales. Un ejemplo de esto lo constituyen los deslumbramientos de aves marinas masivos que se producen cada año en Canarias y que son especialmente significativos por el número de aves afectadas en el momento en que se produce el vuelo de emancipación de las crías de pardela cenicienta canaria (Calonectris borealis), pudiendo alcanzar cifras de hasta 5.000 aves colisionadas, a nivel regional, algo que también afecta a la isla de Gran Canaria y su capital.

Biólogos y naturalistas afiliados al Grupo de Ornitología e Historia Natural de las islas Canarias (GOHNIC), que actualmente realizan un seguimiento de las poblaciones de halcón de Berbería o “tagarote” en las islas de La Gomera, Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote, por encargo de la Dirección General de Lucha contra el Cambio Climático y Medio Ambiente del Gobierno de Canarias, detectaron la presencia de esta rapaz en ese sector costero. Por ello, alertaron en su día al cabildo insular sobre este hecho y las posibles consecuencias de la instalación de luminarias. Esta especie se incluye en el Catálogo Español de Especies Amenazadas en la categoría de “en peligro de extinción”, máximo grado de amenaza que implica a su vez la necesidad de una mayor protección según la propia ley que regula dicho listado. A este respecto, Beneharo Rodríguez del GOHNIC señala: “Es difícil hacer compatible la conservación de nuestra biodiversidad si acometemos proyectos que no hacen falta sin prever, además, adecuadamente su impacto”.

En seres humanos, la contaminación lumínica produce dificultad para conciliar el sueño, alteración de los hábitos alimentarios y la digestión, alteración de la secreción de hormonas como la melatonina o, incluso, del control de la temperatura corporal, entre otras afectaciones. En este sentido, es importante tener en cuenta que se estima que en torno al 83% de la población mundial vive bajo un cielo contaminado lumínicamente y que un tercio de la humanidad no puede ver la Vía Láctea debido a la contaminación lumínica. La semana que viene se podrá observar en los cielos de Canarias el máximo de las Perseidas (lluvia de estrellas fugaces anual que tiene lugar en verano). Los ciudadanos tienen derecho a disfrutar de este espectáculo en un cielo libre de contaminación lumínica.

Reducir la contaminación lumínica, una tarea de todos

De manera general, para reducir el impacto de la contaminación lumínica, en primer lugar, se debe evaluar la necesidad real del alumbrado. Si se determina que es estrictamente necesario por cuestiones de seguridad, salud u otro motivo se debe hacer un esfuerzo por minimizar su impacto. Para ello, se recomienda dimensionar adecuadamente los puntos de luz y reducir en la medida de lo posible tanto su intensidad como su número, apagándolos cuando no sea estrictamente necesario que permanezcan encendidos, utilizar una temperatura de color apropiada (se sabe que determinadas temperaturas de color son más dañinas para algunos grupos animales), orientar apropiadamente los puntos de luz de manera que el flujo energético encima de la luminaria sea nulo y poner en marcha campañas de concienciación de la ciudadanía, además de realizar apagones cuando sea necesario para la conservación de la biodiversidad.

Fotografía: El Grupo de Ornitología e Historia Natural de las Islas Canarias (GOHNIC) ha detectado la presencia de halcón tagarote en esta sección de la isla. Autor: Beneharo Rodríguez.