¿QUÉ MUNDO QUEREMOS?
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Noelia Sánchez Suárez - Secretaria General de BEN MAGEC-Ecologistas en acción de Canarias
PRIMERA PARTE. ESTADO DE LA CUESTIÓN Y PRIMEROS ESBOZOS
En los últimos meses venía siguiendo con curiosidad artículos que hablaban de algunos movimientos dentro del propio sistema capitalista que ponían en cuestión desde dentro, al menos tímidamente, el paradigma teórico neoliberal hegemónico en las tres últimas décadas. Este paradigma, recordemos, considera que la lógica del mercado debe regular todos los aspectos de la vida y que la intervención estatal -con el objetivo de ajustar la oferta y la demanda o corregir las graves desigualdades sociales derivadas de la lógica del beneficio privado- es nociva para el correcto funcionamiento del mismo y es, en último término, la causa de los problemas. El Estado debe únicamente garantizar el marco legal y de seguridad –o represión- que permita el libre funcionamiento de las reglas del mercado capitalista. En las facultades de economía se enseñan preceptos propios de la economía clásica liberal como si se tratase de la única “ciencia económica” posible, después de haberse abandonado el modelo Keynesiano y proclamarse el “fin de la historia”, por parte de autores como Fukuyama y señalarse la imposibilidad del socialismo como haría Hayek, tras la caída del bloque soviético. Recordemos también que el modelo keynesiano fue aquel que tras el crack del 29 y sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial consiguió generar un período de prosperidad social a través de la intervención de los estados del bienestar en el mercado, prestando servicios y generando demanda, contribuyendo al surgimiento de una gran clase media sobre la base de una economía del consumo de masas. En la década de los setenta -con las políticas económicas avaladas por Friedman y lideradas por Reagan y Thatcher- y de manera más acuciante en los noventa comenzó una nueva era de capitalismo neoliberal en la que se vació al Estado de su papel regulador, destruyendo y mercantilizando además los pocos sectores que se mantenían fuera de las lógicas del beneficio, como los servicios sanitarios o de salud, el sector energético o las telecomunicaciones.